martes, 23 de octubre de 2012

Américo Vespucio

En la ciudad donde nació (Florencia) trabajó para una familia poderosa "Los Médicis", en 1492 llegó a Sevilla como agente naval donde conoció a Cristobal Colón, participando en los preparativos del segundo viaje de éste, al trabajar con la Corona Española se unió a una expedición haciendo el recorrido a lo que ahora llamamos Sudamérica, posteriormente prestó sus servicios a la Corona Portuguesa, navegando por las costas de Brasil llegó a la actual ciudad de Río de Janeiro. Este viaje lo convenció que esas tierras eran un nuevo mundo, que nada tenía que ver con Asia. Dibujó un mapa de la costa que descubrió, pero tanto esto como las bitácoras de su viaje se perdieron. Falleció en Sevilla el 22 de Febrero de 1512.

La Corregidora

Doña Josefa Ortiz de Domínguez luchó por la Independencia de México, jamás aceptó honores o remuneración por los servicios prestados a la causa, cuando fué descubierta le avisó a Hidalgo y a Allende, eso motivó a que se adelantara la lucha de Independencia, fué recluída en 1813 en los conventos de Santa Teresa y Santa Catalina de Siena, liberada en 1817 por el Virrey Juán Ruiz de Apodaca. Al triunfar la lucha por la Independencia se negó a ser dama de honor de Ana Huarte, esposa de Agustín de Iturbide quién se nombró Emperador. Se interesó por la política, llevándose muy bien con las logias masónicas Yorkinas, quienes se interesaron en establecer una República Federal. Murió el 2 de Marzo de 1829, sus restos se encuentran en la ciudad de Querétaro. ¡MUJERES COMO ESTA, NECESITA NUESTRO PAIS MÉXICO!

jueves, 5 de enero de 2012

El juguete mexicano


¿Quién no conoce los tradicionales juguetes mexicanos? Pero sabes desde cuándo existen las muñecas, la perinola y las sonajas entre muchos otros juguetes que nos distinguen en muchas partes del mundo.
La historia del juguete mexicano, pertenece también a la historia de la humanidad. El juego más antiguo conocido en nuestro país es el de pelota, como lo revelan los descubrimientos arqueológicos de figuritas de barro con una pelota en la mano. Estas piezas datan del llamado preclásico medio (1300- 800 a. C.).

En la Nueva España existió una amplia fabricación de juguetes mexicanos, ya que durante el periodo del virreinato las fiestas religiosas o civiles sirvieron de pretexto a los artesanos para imaginar o adaptar nuevos juguetes. En muchas pinturas de esa época se pueden ver niñas con muñecas de porcelana o trapo, y niños con trompos, así como cazos y espadas de cartón, máscaras, sonajas, figuras de tule, trompos, pirinolas, tarascas, piñatas, matracas y soldados de plomo.

Por 1860 la producción de juguetes comenzó a realizarse en grandes fábricas, lo que amenazó la elaboración artesanal de juguetes típicos. En esta época era común ver muñecas de Europa con vestiditos muy coloridos “muy mexicanos”.

Desde entonces los juegos y juguetes mexicanos compartieron su espacio con juguetes extranjeros: se hacían más figuras de cartón, tejido de tule, palma tejida, madera, hojalata, algodón y cera con raíces mexicanas. Años más tarde surgieron los títeres sin hilo, conocidos en México como "fantoches". Desde la época del México antiguo hasta nuestros días, los juguetes están presentes en la sociedad aunque con funciones y formas de representación diferentes.

Lo que conocemos como juguetes tradicionales nunca han perdido su popularidad y sus características de cada región. Actualmente los avances en la industria de los juguetes son infinitos. Sin embargo, hay juguetes que no han podido remplazar como los trompos, los muñecos de barro, las pirinolas, las sonajas, los dados, las matracas, los papalotes, los soldados de plomo, los trenes de madera, los yoyos y los barcos lámina.

Los juguetes forman parte de nuestras tradiciones y costumbres. Lo más importante es que nuestros artesanos no han dejado caer esta tradición. Pero también es importante que nosotros no dejemos que se pierdan en el espacio los juegos y juguetes mexicanos.

martes, 3 de enero de 2012

Los Reyes Magos



Los Reyes Magos de Oriente (o simplemente Reyes Magos) es el nombre por el que la tradición denomina a los visitantes que, tras el nacimiento de Jesús de Nazaret, habrían acudido desde países extranjeros para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra.

Los Evangelios solo hablan de «magos», en ninguna parte se indican sus nombres, ni que fuesen reyes, ni que fueran tres (número que posiblemente se deba a la cantidad de obsequios ofrecidos). Estas creencias fueron agregadas varios siglos después y se han mantenido en la tradición popular.

La tradición más difundida cuenta que vinieron de Oriente, en número de tres, y que iban guiándose por una estrella (celebérrimamente conocida como La estrella de Belén) que les condujo hasta Belén. Allí buscaron al Niño Jesús recién nacido y le adoraron, ofreciéndole oro (representando su naturaleza real, como presente conferido a los reyes), incienso (que representa su naturaleza divina, empleado en el culto en los altares de Dios) y mirra (un compuesto embalsamador para los muertos, representando el sufrimiento y muerte futura de Jesús). Antes de llegar, encontraron al rey Herodes el Grande en la ciudad de Jerusalén, quien astutamente les conminó a que, de regreso, hablaran con él para darle noticia del sitio exacto donde se encontraba dicho niño; y, así, poder ir él también a adorarle. (En realidad, lo que quería era darle muerte, por eso ordenó la matanza de los inocentes).

La historia sigue contando cómo un ángel se apareció a los magos y les advirtió del peligro que corría Jesús si ellos obedecían el deseo de Herodes. Así pues, no volvieron por el mismo sitio. Parece ser que, solo por el hecho de que el relato evangélico indicara que trajeron tres dones (oro, incienso y mirra), se dio por sentado que eran tres los personajes que los traían. Aunque también en algún momento las distintas tradiciones han señalado que eran cuatro, siete y hasta doce.

La primera vez que surge el nombre con que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia). El friso de la imagen está decorado con mosaicos de mediados del siglo VI que representan la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está conducida por tres personajes vestidos a la moda persa, tocados con un gorro frigio y su actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al Niño en su rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Gaspar, Melchior, Balthassar...

Poco a poco la tradición ha ido añadiendo otros detalles a modo de simbología: se les ha hecho representantes de las tres razas conocidas en la antigüedad, representantes de las tres edades del hombre y representantes de los tres continentes (Asia, África y Europa).